La consagración tuvo lugar el 9 de mayo de 2009.
La espléndida imagen del Sagrado Corazón de Jesús, en parroquia de Lima, Zárate. Un patrimonio religioso cultural diocesano. |
Carta de Mons. Oscar Sarlinga a los fieles de la diócesis
EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Queridos hermanos y hermanas de esta diócesis de Zárate-Campana. Quienes
vamos a participar de la celebración del 9 de mayo llevamos en el
corazón a todos nuestros hermanos de nuestra querida diócesis, de entre
las distintas áreas geográficas que la componen, los partidos de Belén
de Escobar, Campana, Zárate, Baradero, Pilar, Exaltación de la Cruz y
San Antonio de Areco.
El 9 de mayo tendrá lugar esta fiesta diocesana, luego de tres años de
misión permanente en prácticamente todas las parroquias, y esperamos
constituya para nosotros un momento privilegiado para unirnos con Cristo
en su Sagrado Corazón, y para unir, en la comunión de los santos, a
todos nuestros seres queridos, y también a quienes no amamos tanto,
pues, «todos los hombres -como recuerda el Concilio- están llamados a
esta unión con Cristo, que es la luz del mundo”(1).
Gozosamente recordamos la promesa del Señor, el Todopoderoso, en
celebración anunciada de la Virgen de Luján (“cuya humilde imagen de la
Limpia y Pura Concepción” ha querido quedarse con nosotros, en estas
regiones). Él Dios de la Vida nos dijo: “Yo les daré un corazón nuevo...”
(Ez 36, 26). La promesa del «corazón nuevo» se cumplió de modo máximo
en el Corazón del Hijo del hombre, Jesucristo, en el cual está como
«condensada» nuestra fe en el Hijo del Dios vivo, el Hijo del Dios
Bendito, pues, como nos lo expresara el Santo Padre Benedicto XVI: “(…)
el Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, particularmente
amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues
expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor,
resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención”(2).
Nuestro pueblo creyente profesa una especial devoción al Sagrado
Corazón. Esto significa que es un aspecto fundamental de la piedad
popular. En la pastoral, tenemos que cuidar a esta última como un
tesoro, alentándola, profundizándola, encauzándola. Ella será un
instrumento privilegiado de esa «conversión pastoral» que nos pide el
Documento de Aparecida (3). ¿Por qué? –podremos preguntarnos- Porque,
creo, el «corazón» (en sentido bíblico), es también el «centro de la
conversión» que Dios desea, de nuestra parte, y asimismo es el centro
donde Dios quiere entrar en la intimidad humana, quitando de ella
escoria y miserias (las del «hombre viejo» de San Pablo), para darnos
Misericordia, en el sentido como lo profetizara Ezequiel: “Yo quitaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne” (Ez 36, 26).
Corazón de carne, que mucho nos hace falta, y no de piedra, es un
corazón que tiene sensibilidad humana, que es sede del sentido común y
de los buenos sentimientos hacia los demás, y que por sobre todo es
capaz de dejarse penetrar por el soplo del Espíritu Santo (Cf Ez 36,
26-27), sin rechazar la acción poderosa de Aquél que es «el Alma de la
Iglesia».
Jesucristo nos entregó su Espíritu a cada uno de nosotros, y por la
acción de ese mismo Espíritu reactualiza dicha entrega de su Corazón
traspasado. Porque cuando Cristo entregó su espíritu en las manos del
Padre (cf. Lc 23, 46), vinieron los soldados, y viendo que estaba muerto
“(…) uno de los soldados le traspasó con su lanza el costado, y
enseguida brotaron sangre y agua” (Jn 19, 32-34).
En ese momento, ya la Iglesia y el mundo recibieron al Espíritu de
Consuelo, como «un Pentecostés nacido del costado abierto». Juan Pablo
II reflexionaba sobre ese momento y nos decía: “(…) en adelante, Él
envía el Espíritu de verdad. El agua que brota de su costado traspasado
es el signo del Espíritu Santo: Jesús había anunciado a Nicodemo el
nuevo nacimiento “del agua y del Espíritu”. Las palabras del Profeta se
cumplen, “Yo les daré un corazón nuevo, pondré en ustedes un espíritu nuevo”
(4). Por ese mismo motivo nuestro Santo Padre Benedicto XVI tomó como
punto de partida de su encíclica sobre el Amor, el Corazón traspasado de
Cristo (5).
En nuestra consagración, estaremos lejos de realizar algo «novedoso», al
menos como entiende la palabra lo que podríamos llamar cierta «cultura
de la información al instante». Ya en 1899, el Papa León XIII (6)
consagró el género humano, esto es, toda la humanidad, al Sagrado
Corazón de Jesús. Muchos países, naciones, diócesis están consagradas al
Sagrado Corazón. Luego de la visita a nuestra diócesis de las reliquias
de Santa Margarita María Alacoque, y en sintonía fraterna con la
Basílica del Sagrado Corazón de Paray-le-Monial, en Francia, nos ha
parecido, en el Espíritu, hacer este gesto, impulsados a “(…) dar
gracias «al que nos ama y nos ha librado de nuestros pecados por su
sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su
Padre» (Ap 1,5-6)” (7) con una consagración especial.
De tal modo, unidos en un solo corazón y una sola alma con los hermanos y
hermanas de esta Iglesia particular, queremos reafirmar ante el mismo
Jesucristo, nuestra voluntad de ser cada día más una Iglesia
eucarística, unida al Santo Padre, Vicario de Cristo, una Iglesia
mariana, misionera, en estado de misión, entregada a quienes más lo
necesitan y a la promoción integral del ser humano.
Como lo afirmaba Juan Pablo II, hay una gran relación entre la
consagración al Sagrado corazón y la misión: “La consagración así
entendida se ha de poner en relación con la acción misionera de la
Iglesia misma, porque responde al deseo del Corazón de Jesús de propagar
en el mundo, a través de los miembros de su Cuerpo, su entrega total al
Reino, y unir cada vez más a la Iglesia en su ofrenda al Padre y en su
ser para los demás” (8).
¿Cómo no relacionar este hecho con el Año Paulino Jubilar?. Al
re-asumir, una vez más, y a los pies de la Virgen de Luján, la dimensión
misionera de toda la pastoral, significará para todos nosotros una gran
bendición.
Si miramos con atención, veremos que nuestro mundo de hoy es
«maravilloso y dramático». ¿Qué lo podría verdaderamente transformar?.
Creo que será una renovación del corazón humano el que, a su vez, lo
renovará, con la ayuda de la Gracia. El Concilio Vaticano II constataba
que «los desequilibrios que sufre el mundo moderno están relacionados
con aquel otro desequilibrio más fundamental que tiene sus raíces en el
corazón del hombre», y la fe descubre felizmente que «el misterio del
hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (9).
Ofrezcamos al Corazón del Verbo hecho carne, con sinceridad y sencillez,
nuestros corazones, nuestros hogares, nuestras familias y comunidades,
nuestras parroquias, asociaciones de fieles, movimientos, centros de
caridad institucionalizada y promoción humana, escuelas, universidades,
talleres, toda nuestra vida diocesana, en esta maravillosa y oportuna
ocasión “(…) para presentar el Corazón de Jesús, «hoguera ardiente de
caridad, (...) símbolo e imagen expresiva del amor eterno con el que
“Dios tanto amó el mundo que le dio su Hijo unigénito” (Jn 3, 16)»”
(10).
El Señor Misericordioso los bendiga y los proteja siempre, con la
intercesión de la Santísima Virgen de Luján, nuestra Patrona, con su
manto celeste y blanco, colores del cielo y de nuestro ser argentino.
Quien los quiere con el alma y es el Pastor de ustedes, en Cristo Jesús,
+Oscar, Obispo de Zarate-Campana
Sábado 18 de abril de 2009, en las Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia
(1) CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, 3.
(2) BENEDICTO XVI, El decálogo del Corazón de Jesús, según Benedicto
XVI- Junio mes del Sagrado Corazón CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 7 junio
2008, n. I. El domingo 1 de junio, en sus palabras previas al rezo del
Ángelus, el Papa Benedicto XVI habló de la devoción al Sagrado Corazón
de Jesús.
(3) CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, Vta. Conferencia, Documento de Aparecida, n. 174.
(4) JUAN PABLO II, Peregrinación a Francia, Homélie du Pape Jean Paul II, Paray-le-Monial (France), 5 octobre 1986, n. 7.
(5) “En mi primera encíclica sobre el tema del amor, el punto de partida
ha sido precisamente la mirada dirigida al costado traspasado de
Cristo, del que habla Juan en su Evangelio (Cf. Jn 19,37)” (BENEDICTO
XVI, Enc. Deus Caritas est, 12).
(6) LEÓN XIII, Encíclica Annum sacrum (25 de mayo de 1899: Leonis XIII P. M. Acta, XIX [1899] 71-80).
(7) “Esa consagración es debida a Cristo Redentor del género humano, por
lo que él es en sí y por cuanto ha hecho por todos los hombres. El
creyente, al encontrar en el Sagrado Corazón el símbolo y la imagen viva
de la infinita caridad de Cristo, que por sí misma nos mueve a amarnos
unos a otros, no puede menos de sentir la exigencia de participar
personalmente en la obra de la salvación” (JUAN PABLO II, El
cristianismo, religión del amor, Mensaje de Juan Pablo II, Varsovia, en
la fiesta del Sagrado Corazón, 11 de junio de 1999 en el Centenario de
la consagración del género humano al Sagrado Corazón realizada por León
XIII).
(8) JUAN PABLO II, El cristianismo, religión del amor, Mensaje de Juan
Pablo II, Varsovia, en la fiesta del Sagrado Corazón, 11 de junio de
1999 en el Centenario de la consagración del género humano al Sagrado
Corazón realizada por León XIII
(9) CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 22
(10) PABLO VI, Investigabiles divitias, 5: AAS 57 [1965] 268).
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