La Transfiguración del Señor. |
Nos preparamos para a la celebración de la "Transfiguración" del Señor,
el 6 de agosto. Posee todo el significado del resplandor de Cristo
verdadero Dios y verdadero Hombre, resplandeciente y teniendo junto a Si
a Moisés (por la plenitud de la Ley) y a Elías (por el profetismo y la
Unción).
Jesús preparó a los Apóstoles, los fortaleció con la visión de su
gloria, "re-haciendo" -podemos decir- la "mirada" de ellos, para que no
desfallecieran ante el escándalo -skándalon- de la Cruz, y que ésta
deviniera "Cruz Pascual" en sus corazones, a su debido tiempo y con la
acción del Espíritu.
Preparémonos para recibir, nosotros también, "transfiguración" de
nuestras vidas, con el don de la fortaleza, que es del Espíritu Santo,
que es don de mansedumbre y clemencia, templanza dada por el Fuego del
Espíritu en los corazones nuestros, a veces tan heridos, tan lastimados.
"Lo nuevo" del cristianismo es "siempre" nuevo y a la vez renovador,
siempre hacedor de creaturas nuevas en el Espíritu... Tengamos
esperanza, siempre y bajo todas las circunstancias de la vida.
Este 6 de agosto, el día de la Transfiguración del Señor, se cumplen 35
años de la muerte del venerable siervo de Dios el Papa Pablo VI, quien
llevó a buen término el Concilio Vaticano II. Roguemos en especial en
ese día por una renovación continua en el Espíritu, en el Amor, en la
profundización y expansión en nuestras historia del ser "un pueblo
mesiánico", Pueblo de Dios, el Cuerpo de Cristo que vive, experimentando
cada día más nuestra gozosa pertenencia a Ecclesiam suam... "Su
Iglesia", la del Señor, Iglesia en la cual podemos fiarnos, porque en la
Cruz luminosa de Cristo está todo el Amor de Dios, su inmensa
misericordia, y es éste el "tiempo", la época, de la Misericordia. El
venerable Siervo de Dios Pablo VI, pienso que pudo haber intuido el
kairós de la Misericordia cuando hacía referencia a "la civilización del
amor".
Y respecto del efecto de la Cruz nuestras vidas, reitero la profundidad e
iluminación de las palabras del Papa Francisco en su discurso el día de
la Via Crucis con los jóvenes, en Rio de Janeiro, del cual extracto
algunos parágrafos:
"Nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo y
sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida.
(...)
"Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol
Pedro, saliendo de la ciudad para huir de la persecución de Nerón, vio
que Jesús caminaba en dirección contraria y enseguida le preguntó:
“Señor, ¿adónde vas?”. La respuesta de Jesús fue: “Voy a Roma para ser
crucificado de nuevo”.
En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir al Señor con
valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaba solo
en el camino; con él estaba siempre aquel Jesús que lo había amado
hasta morir en la Cruz".
(...)
En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también
el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su
espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevas tú solo. Yo la
llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza,
a darte vida (cf. Jn 3,16).
(...)
¿Qué ha dejado la Cruz en los que la han visto, en los que la han
tocado? ¿Qué deja en cada uno de nosotros? Deja un bien que nadie más
nos puede dar: la certeza del amor indefectible de Dios por nosotros. Un
amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en
nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en
la muerte para vencerla y salvarnos.
En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, su inmensa misericordia.
Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer".
(DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO EN VÍA CRUCIS con los jóvenes en JMJ Río 2013, RIO DE JANEIRO, 26 Jul. 13)
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