La Virgen Madre, Mujer creyente, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, Madre de la Divina Gracia, nos guíe en la Cuaresma, en un itinerario de penitencia purificadora, conversión plenificante (que incluya, real y existencialmente, la solidaridad como dimanación de la caridad, también “hasta que duela”), “per crucem ad Lucem”, por la Cruz, a la Luz.