1ro. de Mayo, Día del Trabajador y San José Obrero, en Zelaya (Pilar) y “Pastoral orgánica” para las Fiestas Patronales con Aparecida
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Seis años atrás 1a. Fiesta Patronal diocesana con Misión |
El día 1ro. de mayo el Obispo de Zárate-Campana, Mons. Oscar Sarlinga concurrió a la localidad de Zelaya (partido de Pilar) donde se festeja el Día del Trabajador. Los actos comenzaron a las 9.30 en la la plaza central, con el izamiento de la bandera, contando con la presencia de las autoridades municipales y eclesiásticas, y las escuelas de la zona. Prosiguió al acto la celebración de la Misa, en honor de San José, Obrero. La parroquia de Zelaya tiene como titulares a la Santísima Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Luján y al Patriarca San José, Obrero. Fue erigida como parroquia en 2009 y su actual pastor es el Pbro. Penin, el cual concelebró con el Obispo en la misa patronal. La asistencia de fieles fue muy numerosa y se encontraron presentes distintas autoridades del partido civil, entre los cuales el Intendente Municipal, concejales, delegados municipales, y mucha gente del pueblo.
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La Catequesis como prioridad pastoral |
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Los jóvenes y la luz de la Fe |
El Obispo se refirió en la homilía a San José como custodio de la Sagrada Familia y como padre legal de Jesús, el Verbo hecho Hombre, y dijo que, siendo de la estirpe de David, era un trabajador, más específicamente carpintero, puesto que Dios así lo dispuso para el sustento de la Familia elegida, dado que el trabajo dignifica, nos plenifica en tanto imagen divina. Dijo también que Zelaya presentaba visibles signos de progreso cívico, y que se alegraba ´de la mayor participación en las celebraciones, así como del exponencial crecimiento de la asistencia a la ahora ya célebre “Via Crucis”, los Viernes Santos, en que acuden miles de participantes, peregrinos e incluso visitantes de otros lugares. Pidió que se mantenga el sentido religioso de dicho evento, que tiene como mérito la participación de decenas y decenas de vecinos, la confección de trajes de época en la que casi todo el pueblo se empeña, y la organización y logística, de la que toman parte también numerosos jóvenes. Los cálculos de las autoridades policiales acerca de la asistencia el pasado Viernes Santo fue de 4.500 personas, en una localidad que en total cuenta con 7.000 habitantes.
Al término Mons. Sarlinga agradeció a todos, y mencionó también, a pedido del P. Penin, que para el mes de diciembre, posiblemente para la solemnidad de la Inmaculada Concepción, iba a estar listo el monolito recordatorio del “Milagro de la Virgen de Luján”, en el predio adyacente a la iglesia parroquial, pues según datos históricos del investigador e histórico de la Virgen Patrona de la Argentina, fue “en esos parajes” por donde pasaba el camino que tomaban las carretas de Buenos Aires al Norte. De hecho, es histórico que fue recién con los años cuando la sagrada imagen fue trasladada en solemne procesión al lugar donde se halla hoy la célebre Basílica, en la ciudad de Luján.
Mons. Oscar Sarlinga prosiguió en su homilía con la preparación a las Fiestas patronales, que como es sabido se celebran en la ciudad, partido o localidad donde se tendrá luego la “Misión Joven”, en este caso la ciudad de Zárate, donde el día 5 el Obispo y gran parte de los presbíteros celebrarán la Santa Misa, luego de un día de Jornada Pastoral, tanto de Cáritas, Pastoral de Jóvenes y otras pastorales específicas. Añadió que el tema transversal será “la pastoral orgánica”, razón por lo cual explicó algunos puntos del Documento de Aparecida que se refieren a ello, y que ofrecemos a continuación. Dijo también el Obispo que la temática será objeto tanto de los encuentros pastorales del día 5, previo a la Misa patronal, como de de la próxima reunión de la Junta pastoral de la diócesis.
Al término de la Misa, el Obispo, el P. Penin, las autoridades civiles y toda la concurrencia emprendieron la procesión de algunas cuadras hasta el gran palco que hizo de cabecera a la prosecución de los festejos populares, entre los cuales se contó con desfile gauchesco y de vehículos al servicio de la comundiad.
Ofrecemos ahora algunos aspectos de la “Pastoral orgánica” y su mención en el Documento de Aparecida
Desde la eclesiología de comunión del Concilio Vaticano II y del magisterio latinoamericano, se ha querido renovar la tarea evangelizadora con una actualizada Pastoral Orgánica. Ella es expresión de la realidad teológica de la Iglesia como Cuerpo de Cristo: el Verbo encarnado que nos participa, por su Misterio Pascual, de la vida trinitaria, como Pueblo de Dios al servicio liberador del mundo. La Exhortación Apostólica de S.S. Juan Pablo II, “Ecclesia in America”, nos señala que la tarea de la Iglesia en nuestro continente consiste en encontrarnos con Cristo vivo, camino de conversión, de comunión y participación y de compromiso solidario por la justicia social. Trilogía que proviene de la eclesiología del Vaticano II, donde laI glesia se entiende como Misterio, Comunión y Misión. Desde este marco global, la renovada Pastoral Orgánica viene a plasmar estos propósitos que arrancan desde la identidad y la misión de la Iglesia de siempre y para nuestros tiempos. Empeño que nos invita a integrar todo lo que somos y hacemos en la Persona misma de Jesús y de su Cuerpo, la Iglesia, en quien la Pastoral Orgánica se reconoce, organiza y entrega. Por lo tanto, la Animación Bíblica de la Pastoral, como todas las demás dimensiones, funciones, tareas y personas de la acción evangelizadora, se preocupará tanto de integrarse como diferenciarse del conjunto para entregar lo propio. Cuidando que nada ni nadie quede excluido o disminuido y procurando que su aporte pueda enriquecer a todos. Su rol específico se comprende en la diversidad y en la armonía con todo el organismo vivo.
El DOCUMENTO DE APARECIDA
Menciona específicamente la “Pastoral orgánica” en el n. 99 como uno de los “frutos” o “luces” de los esfuerzos pastorales:
Aparecida, N. 99: “Destacamos algunos frutos o luces de los esfuerzos pastorales: el conocimiento de la Palabra de Dios, los ministerios laicales,florecimiento de las comunidades eclesiales de base, la DoctrinaSocial de la Iglesia, la Pastoral Orgánica”.
En el número 100 señala algunas “sombras”:
100. Pero también notamos sombras, entre ellas mencionamos el poco crecimiento porcentual de feligreses católicos, poca vivencia por la opción preferencial por los pobres, escaso acompañamiento a los laicos en sus tareas de servicio a la sociedad, nos preocupa una espiritualidad individualista, poca aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia, lenguaje poco significativo, insuficiente número de sacerdotes y una mala distribución en las comunidades. Falta espíritu misionero y solidario. Algunos movimientos no siempre se integran en la pastoral parroquial y diocesana. Muchos católicos están abandonando la Iglesia.
100-h. Reconocemos que, en ocasiones, algunos católicos se han apartado del Evangelio, que requiere un estilo de vida más fiel a la verdad y a la caridad,más sencillo, austero y solidario.
Aparecida se refiere a la diócesis como “lugar privilegiado” de comunión:
LA DIÓCESIS
5.2 LUGARES ECLESIALES PARA LA COMUNIÓN
5.2.1 La diócesis, lugar privilegiado de la comunión
164. La vida en comunidad es esencial a la vocación cristiana. El discipulado y la misión siempre suponen la pertenencia a una comunidad. Dios no quiso salvarnos aisladamente, sino formando un Pueblo. Este es un aspecto que distingue la vivencia de la vocación cristiana de un simple sentimiento religioso individual. Por eso, la experiencia de fe siempre se vive en una Iglesia Particular.
165. Reunida y alimentada por la Palabra y la Eucaristía, la Iglesia católica existe y se manifiesta en cada Iglesia particular, en comunión con el Obispo de Roma. Esta es, como lo afirma el Concilio, “una porción del pueblo de Dios confiada a un obispo para que la apaciente con su presbiterio”.
166. La Iglesia particular es totalmente Iglesia, pero no es toda la Iglesia. Es la realización concreta del misterio de la Iglesia Universal, en un determinado lugar y tiempo. Para eso, ella debe estar en comunión con las otras Iglesias particulares y bajo el pastoreo supremo del Papa, Obispo de Roma, que preside todas las Iglesias.
167. La maduración en el seguimiento de Jesús y la pasión por anunciarlo requieren que la Iglesia particular se renueve constantemente en su vida y ardor misionero. Sólo así puede ser, para todos los bautizados, casa y escuela de comunión, de participación y solidaridad.
En su realidad social concreta, el discípulo hace la experiencia del encuentro con Jesucristo vivo, madura su vocación cristiana, descubre la riqueza y la gracia de ser misionero y anuncia la Palabra con alegría.
Y en razón de esto, hace alusión al “plan de formación” o plan “orgánico” de pastoral
EL PLAN DE FORMACIÓN, O EL PLAN ORGÁNICO DE PASTORAL
6.2.2.3 Una formación respetuosa de los procesos 281. Llegar a la estatura de la vida nueva en Cristo, identificándose profundamente con Él y su misión, es un camino largo, que requiere itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos personales y de los ritmos comunitarios, continuos y graduales. En la diócesis el eje central deberá ser un proyecto orgánico de formación, aprobado por el Obispo y elaborado con los organismos diocesanos competentes, teniendo en cuenta todas las fuerzas vivas de la Iglesia particular: asociaciones, servicios y movimientos, comunidades religiosas, pequeñas comunidades, comisiones de pastoral social, y diversos organismos eclesiales que ofrezcan la visión de conjunto y la convergencia de las diversas iniciativas. Se requieren también equipos de formación convenientemente preparados que aseguren la eficacia del proceso mismo y que acompañen a las personas con pedagogías dinámicas, activas y abiertas. La presencia y contribución de laicos y laicas en los equipos de formación aporta una riqueza original, pues, desde sus experiencias y competencias ofrecen criterios, contenidos y testimonios valiosos para quienes se están formando.
6.2.2.4 Una formación que contempla el acompañamiento de los discípulos 282. Cada sector del Pueblo de Dios pide ser acompañado y formado de acuerdo con la peculiar vocación y ministerio al que ha sido llamado: el obispo que es el principio de la unidad en la diócesis mediante el triple ministerio de enseñar, santificar y gobernar; los presbíteros, cooperando con el ministerio del obispo, en el cuidado del pueblo de Dios que les es confiado; los diáconos permanentes en el servicio vivificante, humilde y perseverante como ayuda valiosa para obispos y presbíteros; los consagrados y consagradas en el seguimiento radical del Maestro; los laicos y laicas que cumplen su responsabilidad evangelizadora colaborando en la formación de comunidades cristianas y en la construcción del Reino de Dios en el mundo. Se requiere, por tanto, capacitar a quienes puedan acompañar espiritual y pastoralmente a otros.
283. Destacamos que la formación de los laicos y laicas debe contribuir ante todo a una actuación como discípulos misioneros en el mundo, en la perspectiva del diálogo y de la transformación de la sociedad. Es urgente una formación específica para que puedan tener una incidencia significativa en los diferentes campos, sobre todo “en el mundo vasto de la política, de la realidad social y de la economía, como también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios y de otras realidades abiertas a la evangelización”.
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